QUÉ ES LA INFORMACIÓN
Características de la información
La información no refleja la realidad. La imagen construye la realidad a partir de una serie de acontecimientos. La información es un proceso de transmisión de datos de una fuente a un destinatario.
La información, el elemento informativo que estructura la comunicación se caracteriza por los siguientes aspectos:
1. Toda información es portadora de un significado y remite a una dimensión pragmática de la acción comunicativa.
2. La información implica siempre un principio de Actualidad.
3. La información tiene además un componente de Novedad que otorga valor al mensaje.
4. La información estructura una relación entre una forma y un fondo, construye una serie de relaciones de código entre una figura - primer plano de la comunicación - con un fondo y un contexto de la interacción. Por ello, en todo mensaje se puede identificar una forma y una trama de la situación comunicativa.
5. El proceso de la comunicación porta un contenido mediante la organización de datos en unidades de significación. El resultado final es la información.
6. Toda información comprende un proceso de selectividad mediante el cual los datos son discriminativos, se ordenan, se sistematizan y se reelaboran.
7. El conocimiento y la calidad de la información depende de este proceso selectivo y de la articulación entre la forma y el fondo.
8. La información implica, además, un principio de Inteligibilidad.
La presentación de la información a partir de los datos, las señales, los estímulos, los signos o los símbolos debe ser convencionalmente articulada y fácilmente decodificable.
El concepto de información
La idea de información nace asociada con el conjunto de actividades de la moderna sociedad de masas a partir del desarrollo de los medios, tecnologías y saberes profesionales de la información y la comunicación que periodistas, expertos en relaciones públicas y publicidad, productores de información y cultura y analistas e investigadores de la comunicación han venido desarrollando desde el primer tercio del presente siglo. En un primer momento, la información se consideró, y en la actualidad todavía se percibe, como el conjunto de técnicas y prácticas de selección, procesamiento, aplicación y difusión de textos, discursos y contenidos de actualidad. Pero esta forma de considerar lo informativo se limita sólo a la realidad de los medios de difusión y las nuevas tecnologías, lo que dejaría sin explicar por qué hablamos de sociedad informacional: ¿sólo por la presencia de numerosos medios de comunicación en nuestra vida cotidiana?, ¿en razón del carácter tecnológico que adquiere la civilización contemporánea?, ¿o más bien por la constatación de una nueva forma cultural de relación con el entorno y con nosotros mismos, más allá de la revolución tecnológica y del papel instrumental de los medios de información?.
Ciertamente, parece cuando menos arriesgado reducir la información a un problema de canales, a limitar su papel a las formas institucionalizadas de la industria de la comunicación, porque en el fondo se estaría proponiendo una concepción instrumental de la información, y lo relevante de la sociedad informacional es precisamente su complejidad, la riqueza conceptual y práctica y el abanico de posibilidades que ofrece, así como el carácter contradictorio y heterogéneo de los niveles y ámbitos de la sociedad implicados en el propio concepto de información.
La información trasciende la realidad de los propios medios. Se habla de la información como señales en el ámbito de las telecomunicaciones, en política la información se asocia con el concepto ilustrado de público, mientras que en biología se entiende como medida energética, en cibernética como un factor de regulación de sistemas, en economía como un valor agregado, y en educación como un contenido de aprendizaje. En todos estos y otros muchos ámbitos sociales se utiliza el concepto de información, por lo que el sentido mediático no sólo empobrece la visión compleja de la sociedad contemporánea, sino que cercena además la posibilidad misma de comprensión de la realidad cultural.
La información como concepto abarca una infinidad de manifestaciones culturales fragmentarias, diversas, múltiples y contradictorias. La necesidad de fijar un concepto unívoco, universal y aceptado en forma consensuada por científicos, usuarios y diferentes grupos sociales es hoy un objetivo inalcanzable. Obsérvese sólo la amplia cantidad de sentidos, significados y percepciones que están presentes en las diferentes interpretaciones que tiene el término información para un profesor de formación profesional, para un periodista, para un ingeniero de sistemas informáticos, para un publicista, para un político, para un militar o para un geógrafo o un sociólogo.
¿Qué es información?
En su origen, información proviene de la palabra latina "informare", que comprende dos acepciones "poner en forma" y "dar forma a". La información es una forma de representación de un objeto, idea o noción, que resulta por la acción selectiva de un sujeto que capta, ordena y formaliza datos del ambiente para estructurarlos en función de una intención comunicativa. Este mismo texto constituye un ejemplo de información: El autor ha seleccionado de un repertorio de elementos una serie de signos que, combinados conforme a unas reglas preestablecidas y con una clara intencionalidad pedagógica, ha dado lugar a una comunicación. La información es, por tanto, una forma de construcción de significado que remite a una situación o acción comunicativa. Paradójicamente, sin embargo, por influencia de los medios de comunicación, la información es entendida como una forma objetiva de ciframiento y representación de la realidad. Es común que se hable de los medios de difusión como una ventana abierta al mundo, y de la información como una representación objetiva o descriptiva de la realidad. Pero nada más alejado precisamente del sentido de la información como contenido del proceso de comunicación. Cuando alguien , por ejemplo, está escribiendo un texto como este ha procedido a elegir no sólo el lenguaje, el código, el medio, el estilo y el orden de exposición didáctica, sino incluso el tipo de contenidos objeto de la comunicación, a través de un proceso de codificación y formalización informativa que admite otras muchas posiblidades a la hora de ordenar las ideas, con otro lenguaje, en otro soporte distinto, con estilos y discursos de lo más diversos y con estrategias de escritura diferentes.
La información, por otra parte, del mismo modo que no es objetiva no puede ser entendida como una forma literal. Quien lee estas líneas no está realizando una única lectura posible, ni obtiene un contenido de significación lineal que representa fielmente la realidad tal cual es o pretende mostrarla el autor, sino que está procesando la información tal cual la vive, en el proceso de lectura está infiriendo ciertas ideas, recordando otras, está cuestionando el texto, interrogándolo, haciendo dobles lecturas, interpretaciones propias, habrá centrado su interés en ciertas ideas , desestimando otras y , quizás también, haya olvidado unas cuantas, sino la mayoría, porque, en verdad , la información lejos de ser una medida objetiva de formalización y representación con signos de la realidad, es una forma de producción conjunta de la sociedad en el acto de la comunicación. La información no es un producto cerrado sino un proceso de interacción significativa. La información, por tanto, no es sólo una forma, sino la relación entre una figura y un contenido que admite múltiples significados y sentidos contradictorios, porque todo texto, toda novela, por ejemplo, admite interpretaciones distintas, como diversas e infinitas han sido las opciones del autor al escribir la obra. El mito de los medios de difusión como ventanas o espejos de la realidad, y de la información como una descripción objetiva no se sostiene por tanto, salvo a partir de ciertos presupuestos ideológicos y desde una limitada y funcional visión de lo informativo en la cultura contemporánea.
Acepciones y Programas de Investigación
El sentido que se da actualmente a la información se ha desarrollado a partir de dos enfoques generales: el modelo informacionista y el modelo cultural. En el modelo informacionista, la información es considerada una forma neutra de representación, entendida como la relación lineal entre un significante y un significado. Este es el modelo mecánico que domina tradicionalmente el estudio de las nuevas tecnologías, el modelo por lo tanto de desarrollo de la informática, en el que la información es una medida, una señal, más allá de quien la construye, y, sobre todo, de quién y cómo la recibe. En el modelo cultural, por el contrario, la información es una forma de construcción del sentido, de puesta en escena de las representaciones sociales, un medio para el encuentro y la actuación de los sujetos. Así por ejemplo una novela como "Rayuela", de Julio Cortázar, no es sólo una arquitectura de textos, sino una construcción de imaginarios, significados y formas evocativas con los que el lector puede recrearse, más allá de lo que escribió o quiso transmitir el escritor argentino.
La importancia de la información
Hoy en día la información es una manifestación y un fenómeno omnipresente. La información atraviesa y organiza la mayoría de las actividades sociales; por eso se denomina a la actual sociedad, sociedad de la información.
Debido al papel determinante que cumple la información en la actividad social, las sociedades contemporáneas tienden a organizarse como sociedades informacionales.
En el ámbito de la cultura, la información explica cómo construimos nuestra identidad cultural, ya que los saberes, normas, valores y procesos de cambio social se transmiten de una generación a otra.
Por otra parte, la información tiene un significativo valor económico, pues es recurso valioso y útil para la producción de nuevas actividades económicas.
Del mismo modo, la información tiene cada día una presencia más importante en política, educación y sociedad, ya que es común tratar de estos aspectos en función del carácter informacional que tienen.
La importancia de la información
La información se presenta hoy en la vida cotidiana como una manifestación y un fenómeno omnipresente. En cada uno de los actos diarios, existe un componente informativo que media el proceso social en el que todo individuo desarrolla su actividad. No se trata sólo del abundante número de periódicos, revistas, programas de radio y televisión, o las múltiples bases de datos electrónicas que están a disposición del usuario. Más allá de la posibilidad de consumo, la información atraviesa y organiza la mayoría de las actividades sociales, de ahí que se denomine a las actuales sociedades, sociedades de la información.
En efecto, la sociedad contemporánea es una sociedad informacional, pues la información cada día cumple una función más determinante en todos los ámbitos de la actividad social. En el ámbito de la cultura, la información es el factor que explica qué y cómo construimos nuestra identidad cultural, pues en el fondo la socialización es un proceso de transmisión, adaptación y producción de información y conocimiento social sobre el entorno. Los saberes que se transmiten de una generación a otra, los nuevos conocimientos sociales, las normas, los valores, e incluso los procesos de cambio social cobran vida a través de diversas formas codificadas que aprehendemos más o menos formalmente. Por otra parte, la información tiene en las sociedades contemporáneas un significativo valor económico. Se habla de la sociedad informacional como una sociedad regulada por el valor que agrega al proceso de producción el componente informativo. La información es pues un recurso valioso y útil para la producción, tanto a nivel de la empresa, al organizar los insumos, los recursos humanos y los procesos de organización institucional respecto al entorno, como también entendida como una fuente de nuevas actividades económicas (industria informática, sector educativo, industria del entretenimiento, telecomunicaciones, etc ... ).
Del mismo modo, en el campo de la política, la educación o la sociedad, la información tiene una presencia cada día más importante, pues, como se puede vislumbrar, son numerosos y significativamente amplios los aspectos que forman parte de la nueva cultura informativa, y es ya un lugar común el tratar cada uno de estos aspectos en función del carácter informacional que actualmente adquieren a través de los avances tecnológicos, hasta el punto que se concibe la sociedad como un sistema de comunicaciones internas y externas. Ahora bien, ¿cuál es el origen de tales planteamientos y el contexto de referencia en el que manejamos tales conceptos? . . .
Aunque la información es ya considerada una experiencia natural en la cultura contemporánea, la conciencia de su manifestación y el sentido de sus aplicaciones y conceptos teóricos son relativamente nuevos.
Historia, modernidad y desarrollo social
Aunque la información se ha convertido en una experiencia natural de la cultura contemporánea, el sentido y la importancia de lo informativo es relativamente nuevo.
La cultura informativa es un fenómeno urbano, vinculado al proceso de modernización. El desarrollo de las ciudades establecerá el marco idóneo de diversificación de intercambios económicos, políticos y culturales, por ello se hará cada día más importante el acceso, control y difusión de la información. La información como problema se contextualiza a partir de las revoluciones modernas que establecen el valor de la información como un componente estratégico para el saber, el desarrollo y el ejercicio del poder.
La información como problema es un elemento estratégico del desarrollo social y del proceso de modernización. Es por ello que debe ser contextualizado históricamente a partir de las revoluciones modernas, que marcan el origen del periodismo en la organización de la cultura pública y establecen el valor de lo informativo como un componente estratégico para el saber, el desarrollo y, por supuesto, el ejercicio del poder. Este es, en efecto, el origen de la cultura informativa actual, que surge socialmente como fenómeno vinculado a la nueva clase hegemónica, la burguesía, y a las nuevas relaciones de producción que introduce el capitalismo. Ello no significa que en la premodernidad, en la Antigüedad y en otras civilizaciones no existan formas diversas de transmisión de conocimientos, de medios, símbolos, estructuras y procesos de producción de información. La diferencia estriba en la importancia cuantitativa y el significado cualitativo que adquiere la información en la modernidad.
La cultura informativa es, en lo esencial, un fenómeno urbano, público y social, cultural-mente vinculado con el proceso de modernización. El desarrollo, de hecho, de las ciudades establecerá el marco idóneo de diversificación de los intercambios económicos, políticos y culturales, un espacio pues para el encuentro en el que cada día se hará más importante el acceso, control y difusión de la información. El carácter público de la nueva sociedad capitalista marcará el inicio de nuevas formas de interacción social y, también, de nuevas pautas de consumo de la cultura, cada vez más mediada por soportes e instituciones especializadas en la producción de saber y conocimiento. La ciudad va a ser, de este modo, el ámbito histórico en el que las sociedades modernas desarrollen los sistemas de información y su consumo público, en un proceso de industrialización acelerada.
Información, producción y cultura
Las necesidades de producción económica y desarrollo social, vinculan la información a la modernidad.
Todos los medios de comunicación y las nuevas tecnologías van a aplicarse a partir de las necesidades económicas de la empresa.
Los nuevos sistemas de información nacionales aparecen asociados a las redes de comercio e intercambio económico, y las grandes agencias de noticias, como Reuters, surgen de las redes financieras internacionales de los magnates capitalistas. Por otro lado, el desarrollo de los primeros medios de información nacionales, los sistemas ferroviarios, de correos y de telégrafos, juega un papel determinante en el proceso de unificación y expansión económica de los Estados-nación.
En el ámbito nacional, los medios de información van a contribuir al logro de un nuevo sistema de producción industrial y una nueva cultura pública masificando las formas de consumo y unificando las manifestaciones culturales, en favor de las necesidades de la industria y el desarrollo del capitalismo.
Información, producción y cultura
La información, como producto histórico vinculado a la modernidad, debe ser pensada a partir de las relaciones entre producción económica y desarrollo social. Todos los medios de comunicación y las nuevas tecnologías van a aplicarse a partir de las necesidades económicas de la empresa. En el mismo sentido, el surgimiento de los sistemas nacionales de información aparecen asociadas a la suerte de las redes de comercio e intercambio económico. Algunas de las actuales grandes agencias de información internacional como la agencia de noticias Reuter se van a ir conformando a partir de las redes financieras internacionales de algunos de los principales magnates capitalistas. Por otro lado, el desarrollo de los sistemas ferroviarios, de correos y telégrafos, o los primeros medios de información periodística nacionales van a jugar un papel determinante en el proceso de unificación y expansión económica de los modernos Estados-nación.
En el ámbito nacional, inicialmente, las necesidades económicas del nuevo sistema de producción industrial exigían una creciente demanda de conocimiento científico-técnico y una nueva cultura pública: los medios de información van a contribuir en buena medida al logro de estos objetivos, masificando las formas de consumo y unificando las diversas manifestaciones culturales, en función de las necesidades de la industria y del desarrollo del capitalismo.
El contexto de la sociedad de masas
En el futuro la información será omnipresente.
La información estará en los distintos modelos de producción; en el modo de organizar el tiempo en la jornada laboral, en las rutinas de trabajo, y en la vida diaria; en los anuncios luminosos, la radio, el periódico, que atraparán al trabajador tras su jornada laboral.
En este marco adquirirán relevancia los problemas de la información, en los que los medios de información impondrán un nuevo universo en la sociedad de masas. Del mismo modo que el fordismo producía los automóviles en cadena y necesitaba una nueva norma de consumo, la información recrea al "homo consumens" con el nacimiento de la publicidad, los sistemas informativos e incluso las investigaciones sobre los efectos intencionales de distribución de información y convencimiento público.
El personaje de Chaplin en "Tiempos modernos" muestra la imagen del nuevo contexto social en el que la información y la nueva cultura pública, ligada a la actividad de los medios de comunicación, van a adquirir su más importante papel. La información estará presente en los futuristas modelos de producción, codificados en forma de máquina y en forma de organización de tiempos y rutinas de producción, pero a la vez estará presente en la vida del personaje en su deambular solitario y marginal por las calles de la gran ciudad : en los anuncios luminosos, en los carteles, en la música de los cafés, en la radio, en el periódico o en las novelas románticas con los que el trabajador escapa de la gris realidad de la máquina cibernética a la que permanece ligado en el proceso de producción.
Este, en efecto, va a ser el marco en el que empiecen a adquirir relevancia social y científica los problemas de información, vinculados claramente a los retos de la revolución industrial, a la nueva realidad de la organización científica del trabajo y a la industrialización acelerada, en la que los medios de información impondrán un nuevo universo simbólico en la llamada sociedad de masas.
Si el fordismo logra la producción masiva y en cadena de automóviles seriados, listos para ser consumidos, el sistema social necesitaba crear el deseo de adquisición de los productos, estableciendo una nueva norma de consumo de masas. Para ello, el sistema económico recurrirá al papel persuasivo, manipulador y propagandístico de los medios de información. No es causa que el sistema informativo y la profesión periodística se consoliden históricamente en Estados Unidos cuando más necesaria es la producción masiva de mensajes publicitarios, con el fin de que el consumidor adquiera y se identifique con los nuevos productos del sistema industrial. La información recreará de este modo al "homo consumens" en un proceso que marca no sólo el nacimiento de la publicidad, los sistemas informativos y los expertos o profesionales de la información y la comunicación (periodistas, publicitas, expertos en relaciones públicas, propagandistas, locutores , realizadores, guionistas, etc . . .), sino incluso las primeras investigaciones en comunicación centradas en los efectos intencionales del sistema de distribución de información y convencimiento público. De hecho, el sentido de muchos de los modelos de la comunicación que surgen en este período en Estados Unidos, aún hoy dominantes en el estudio de la realidad sociocomunicacional, nacen a partir de esta necesidad imperiosa de imponer la nueva norma de consumo de masas, reproduciendo de este modo el mismo modelo que las fábricas Ford habían introducido en el proceso de trabajo mediante la lógica de la cadena de montaje y del domino de la máquina, en la que obreros como el personaje retratado por Chaplin verán controlados no sólo sus movimientos de trabajo sino hasta sus más íntimas actividades, convertidos, como afirmara el propio Ford, en verdaderos "simios amaestrados".
Información versus conocimiento
La información está mucho menos estructurada que el conocimiento: de hecho, gran parte de la información consiste en hechos aislados y no relacionados.
En general, la información presenta una forma incoherente que se puede ordenar en la memoria humana solamente cuando se ha llegado a asociar con alguna estructura preexistente de entendimiento y llega a formar parte del conocimiento de una persona.
La consecuencia que se quiere señalar es la progresiva disminución de la importancia que se da al conocer como acumulación de conocimientos. "Conocer" es hoy algo más que ser capaz de reproducir nombres, hechos y conceptos. Pues de día en día crece la distancia entre lo que el ser humano es capaz de "recordar" y el volumen total de información. Y pocos años después de terminar los estudios universitarios se descubre que una parte importante de lo que "se estudia" ha quedado obsoleto.
En consecuencia la enseñanza debe cambiar y esto se refleja en dos aspectos: la menor importancia que debe darse a la reproducción de conocimientos, y la mayor importancia que debe darse al desarrollo de destrezas en el acceso a la información.
Entre los principios que refuerzan el carácter comunicacional del proceso informativo se destacan:
Las necesidades e intereses del receptor mediatizan los modos de condensación y simplificación de la información, el sentido y la relevancia que adquieren unos mensajes y otros.
La sobrecarga afectiva y psicológica, el sentido atribuido a la situación comunicativa y las mediaciones del contexto cultural en el que el receptor recibe los mensajes, determina el significado que adquiere la información.
El proceso informativo como forma activa de apropiación y construcción, en el que se negocian interpretaciones, representaciones de la realidad a partir de la situación práctica y concreta en la que los destinatarios reciben los mensajes.
Las situaciones en las cuales el sujeto se convierte en actor, investigador y productor del conocimiento a partir de sus realidades vivenciales, facilitan el aprendizaje.
El interés de las personas por una determinada información, su tratamiento, el umbral de recepción de las mismas y el olvido, son factores que influyen directamente en la captación de la información.
No toda información es vitalmente útil y valiosa.
La información descontextualizada del entorno vital del alumnado adquiere bajo valor cognitivo.
De toda la información que recibimos a diario, sólo una mínima parte nos es significativa o relevante.
La naturaleza ecológica del conocimiento demuestra que sólo puede haber aprendizaje significativo cuando el sujeto de la educación se convierte en actor, investigador y productor del conocimiento a partir de sus realidades vivenciales. Por ello, la perspectiva sistémica de la información en relación al conocimiento y el aprendizaje debe partir, según el paradigma cultural, de varias premisas:
1. No toda información es vitalmente útil o valiosa. Del flujo diario en la radio o la televisión sólo una mínima parte nos es significativo o relevante en términos generales. Igualmente, la educación puede formalizar una gran cantidad de informaciones para su transmisión, que Descontextualizadas del entorno vital del alumnado adquieren bajo valor cognitivo y cultural.
2. La transmisión de información no se ajusta siempre al sentido del efecto deseado. Son habituales en el proceso informativo las lecturas desviadas, perversas o diferentes de un mismo mensaje. En la publicidad, por ejemplo, un mismo anuncio sobre la integración de una minoría étnica marginal admite diversas lecturas de la audiencia, a partir del marco cultural e ideológico con el que cada receptor se enfrente a la lectura del sentido del mensaje.
3. El umbral de recepción y decodificación de información y conocimiento es además limitado. Existe un límite físico y psicológico en la recepción de la información. Por ejemplo, en el sistema educativo cada día se muestra menos importante la transmisión de determinadas cantidades de información y conocimiento que el aprendizaje procesal de cómo acceder a esa información, cómo leer, decodificar o criticar los mensajes, sobre todo tomando en cuenta que la capacidad de almacenamiento de información del ser humano es más bien mínimo en comparación con los sistemas electrónicos de acumulación y difusión de información. El exceso de información por tanto, lejos de garantizar un mejor aprendizaje, genera ruido y pérdida de capacidad de comprensión en los sujetos de aprendizaje.
4. El olvido, por último, es un proceso consustancial al consumo de información. Si la comunicación es un proceso íntimamente humano, el olvido es una de las características más específicas de los sistemas de comunicación social. La computadora no tiene memoria ni experiencia, pero el individuo tiene una historia, una biografía vital, un contexto a partir del cual otorga sentido y asigna valor a la información como objeto de la interacción comunicativa. En este sentido, el proceso de comunicación social implica un proceso de selección y un proceso de discriminación informativa a partir de los intereses, necesidades, valores y contextos vivenciales de los propios sujetos.
En otras palabras, la comunicación debe partir de la limitación individual, grupal y colectiva en el acceso y recepción de información, así como sobre todo de los intereses, los contextos culturales, las orientaciones y la actividad social de los destinatarios de la información, porque más que la instancia última del proceso informativo, estos son los actores e iniciadores que guían o determinan la interacción comunicativa.
La nueva teoría crítica de la recepción establece, a este respecto, varios principios que refuerzan el carácter comunicacional del proceso informativo y la naturaleza ecológica y construida del conocimiento y las representaciones sociales:
a. Por un lado, el nuevo planteamiento de la recepción establece que las necesidades e intereses del receptor mediatizan los modos de condensación y simplificación de la información y el sentido y relevancia que adquieren unos mensajes y otros.
b. La mayor o menor sobrecarga afectiva y psicológica, el sentido atribuido a la situación comunicativa y las mediaciones del contexto cultural en el que todo receptor recibe los mensajes determina finalmente el significado que adquiere la información desde la experiencia vital de los actores sociales.
c. Pues, principalmente, el procesamiento de información comprende aspectos importantes de sentido, cognición y percepción individuales, al ser el proceso informativo una forma activa de apropiación y construcción dialógica, en el que se negocian interpretaciones, representaciones de la realidad, cosmovisiones del mundo y significados sociales, a partir de la situación práctica y concreta en el que los destinatarios reciben los mensajes.
En otras palabras, más que un proceso de transmisión lineal de la información los sistemas informativos construyen y representan una realidad abierta a la participación, a la interpelación y adaptación significativa de los consumidores, a partir y en torno a sus propias realidades vivenciales.
Transmisión de la información
La transmisión de la información no se ajusta siempre al sentido del efecto deseado. Son habituales en el proceso informativo las lecturas desviadas, perversas o diferentes de un mismo mensaje.
En publicidad, por ejemplo, un mismo anuncio sobre la integración de una minoría étnica marginal, admite diversas lecturas de la audiencia, a partir del marco cultural e ideológico con el que cada receptor se enfrente a la lectura del sentido del mensaje.
Umbral de recepción
El umbral de recepción y decodificación de información y conocimiento es limitado. Es por ello por lo que en el sistema educativo cada día adquiere más importancia el aprendizaje de cómo acceder a determinada información, en detrimento de la transmisión de determinadas cantidades de información. Existe un límite físico y psicológico en la percepción de la información. El exceso de información, lejos de garantizar un mejor aprendizaje, genera pérdida de capacidad de comprensión en los sujetos de aprendizaje.
Olvido
El olvido es un proceso consustancial al consumo de información. Si la comunicación es un proceso íntimamente humano, el olvido es una de las características más específicas de los sistemas de comunicación social. El proceso de comunicación social implica un proceso de selección y un proceso de discriminación informativa a partir de los intereses, necesidades, valores y contextos vivenciales del propio sujeto.
El análisis de la información
El modo de comunicar una misma información puede dar lugar a interpretaciones distintas. Cada uno de los diarios hace una interpretación de la información y es la que da como válida a sus lectores. Utiliza para ello los recursos lingüísticos y fotográficos que cree oportunos con el propósito de posicionar a los lectores tanto a favor como en contra de la huelga. Para ello han utilizado una estructura sintáctica determinada y un uso válido de palabras de choque para que el lector esté de acuerdo o no. Son palabras de choque: patria, terrorismo, confesar, apalear, destruir, drogadicto, entre otras. Hay que destacar que los medios dan excesiva importancia a los temas políticos y al periodismo que coincide mejor con los intereses de las grandes empresas que concentran medios de comunicación.
La información se percibe muchas veces como el conjunto de técnicas y prácticas de selección, procesamiento, aplicación y difusión de textos, discursos y contenidos de la actualidad. Esta forma de considerar lo informativo se limita sólo a la realidad de los medios de difusión y las nuevas tecnologías, dejando sin explicar porqué hablamos de sociedad informacional: ¿sólo por la presencia de numerosos medios en nuestra vida cotidiana?, ¿por la constatación de una nueva forma cultural de relación con el entorno, más allá de la revolución tecnológica y el papel instrumental de los medios de información?
El sentido que actualmente se da a la información se ha desarrollado a partir de dos enfoques generales: el modelo informacionista y el modelo cultural. En el modelo informacionista, la información se considera una forma neutra de representación, entendida como la relación lineal entre un significante y un significado.
En el modelo cultural, la información es una forma de construcción del sentido, de puesta en escena de las ideologías sociales.
FIN
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